Los agentes inmunomoduladores (biológicos) están teniendo cada vez más importancia como alternativa para el tratamiento de la psoriasis moderada a grave. Son fármacos que se utilizan en enfermedades autoinmunes como artritis reumatoide, artritis psoriásica o enfermedad de Crohn, excepto ustekinumab, cuya única indicación es la psoriasis.
Normalmente se reservan para psoriasis en placas grave que no responde, o en pacientes con contraindicación o intolerantes a PUVA y tratamientos sistémicos incluidos ciclosporina y metotrexato. Son fármacos muy caros y requieren monitorización de efectos adversos, ya que no se conoce su seguridad a largo plazo.
La decisión de tratar con fármacos biológicos es compleja, no obstante pacientes en los que un tratamiento ha fallado pueden beneficiarse al cambiar a un fármaco biológico ya que en los estudios se han mostrado más eficaces que algunos de los tratamientos sistémicos tradicionales.